Nuestro Monasterio
Las monjas de Santa Teresa de Jesús vinieron a fundar el convento en Antequera el año 1632, bajo el patrocinio de una singular dama de la época, doña María de Rojas y Padilla. La fachada se abre a la ajardinada Plaza de las Descalzas situada en el casco antiguo de la ciudad.
Del exterior de todo el conjunto destaca sobremanera la importante fachada principal de la iglesia, atribuida a Tomás de Melgarejo, resultando de gran originalidad la disposición de los materiales de su fábrica (caliza roja y gris, arenisca y ladrillo tallado).
Su esquema compositivo es el modelo carmelitano tradicional, aunque muy evolucionado y traducido al lenguaje arquitectónico local. Se trata de un gran paño rectangular, encuadrado por sendas pilastras muy alargadas, sobre el que descansa un frontón triangular con óculo en el tímpano. Ocupa casi toda la superficie del paño principal la portada de dos cuerpos, labrada en ladrillo tallado y con aplicaciones ornamentales de elementos orgánicos en terracota. El programa decorativo, de tradición clásica ingenuamente paganizante – salvo la imagen de San José, también en barro cocido y resuelta con gran elegancia-, presenta sirenas y tritones a manera de ménsulas y pegasos en los capiteles. Aún se conservan restos de policromía en el cascarón de la hornacina de la imagen titular, así como en los dos escudos del Carmelo Descalzo que la jalonan, lo que nos lleva a pensar que, en un momento, pudo estar pintada la totalidad de la fachada, si bien es algo que todavía no hemos podido documentar.
En el año 2007 se ha colocado una verja de hierro forjado, rematada con flores de lis, para la protección de la portada de la iglesia en la que destacan, como se ha indicado, numerosas aplicaciones en barro cocido.