Sala de Nícola Fumo
Esta sala recibe el nombre del afamado escultor italiano Nícola Fumo. En sendas urnas de época, realizadas en madera de palo santo, carey y bronce, se guardan
las magníficas esculturas de la Inmaculada y San José, respectivamente, realizadas en Nápoles por Nícola Fumo en el año 1705 y donadas al convento en 1774 por sor Francisca de Santa Teresa, en el siglo doña Francisca Chacón de Villacampa. De ellas la Inmaculada nos sorprende por su fino virtuosismo en el tratamiento de la madera, particularmente la delgadez de sus movidos paños y la fragilidad de las guedejas de sus cabellos. Pero, sin duda, donde la pieza llega a su mayor delirio barroco es en el revoloteo bajo de ángeles desnudos y en las expresiones de sus rostros. En cuanto a la escultura de San José nos atrae el dinamismo cerrado de su composición y la intensa expresión de los personajes, contrastando la mirada implorante al cielo del Patriarca y el dulce y profundo sueño del Niño Jesús. En ambas tallas destacan la delicadeza y la calidad de sus policromías, actualmente recuperadas en todo su esplendor tras de su reciente restauración.
Preside esta sala la Urna o Arca que se utiliza el Jueves Santo para la adoración de la Eucaristía.
Jesús Nazareno de la Sangre
“verdadero retrato” del Jesús Nazareno de la Sangre, de la Cofradía de la Vera-Cruz del Real Monasterio de San Zoilo de Antequera, que aparece revestido con túnica de tela y con la desaparecida cruz de carey y plata —decorada con flores de lis—, que donaron a la imagen el regidor perpetuo de Antequera Don Francisco Jaramillo Saavedra y su esposa Doña Leonor Porras Durán en 1672.